domingo, 4 de septiembre de 2011

Todo por dos (Brian Callipari, 5to Cp II)

  Esta es la historia que se basa en hechos reales para no perder tiempo en pensar ideas, problemas y personajes que puedan llegar a no estar en coherencia con el gran final que quiero dar; el mismo que va a hacer un estallido en mi cabeza y solo una migaja en la torta de los lectores, ya que en mi mente éste es un texto fantástico y con palabras precisas que llegan directo al corazón como Stevie Ray Vaughan al cielo de los maestros del Rock & Blues.

   Siempre me gustó pintar, más que pintar, dibujar, más que dibujar, expresarme. Ya sea en un texto mal escrito como el mismo que se lee o con un dibujo que le pueda caer simpático a las lindas personas que me rodean.  Pero era una tarde de mi infancia cuando tenía once años que andaba pintando cuadros con óleo, sobre bastidores, y con un delantal viejo del colegio que ya no quería saber nada más; ese guardapolvo gritaba que lo tirara, así por lo menos la lluvia lo lavaba, pero más que limpieza recibía pinceles sucios de colores.
  Es raro que algo se manche de colores, los colores son naturales, es como decir que la tierra se manche de plantas, pero las plantas pertenecen a la tierra, como los colores a los objetos, y no precisamente como el óleo con trementina al delantal. Pero así iba yo caminando por la casa maquillado como indio, porque más de una vez con la mano manchada me rascaba la nariz y mi mamá gritando que no tocara los muebles...cuando se me ocurrió pintar un gnomo de cerámica.
  El mismo gnomo que sirve para este cuento es exactamente el mismo que me llevó toda la tarde y el mismo que quedó espectacular. Tan bien había quedado que decidí regalárselo a mi profesora de dibujo, la cual lo recibió con mucho cariño y lo colocó en un estante en el taller donde daba sus clases.
  Días después, por motivos irrelevantes para esta historia, no pude ir más con esa profesora y segundos más tarde ya tenía dieciocho años. Se me ocurrió llamarla otra vez y  volver a visitarla, para ver cómo la había tratado el tiempo y tomar unos mates de por medio.
   Fue entonces, en el mismo taller de dibujo en que siete años atrás había tenido once años y había aprendido a dibujar un ojo y una nariz, cuando vi al gnomo en el mismo estante, sin polvo pero muy mal pintado, 

y es ahí cuando te das cuenta que lo que hoy es tu mayor logro, mañana es algo mas en tu vida, que pintar espectacularmente un gnomo de cerámica y regalárselo a mi profesora de dibujo, hoy se convierte en un asqueroso pedazo de piedra mal pintada, que lo único que nos enseña es que progresamos, ergo, nos morimos.

-Espectacular el final, pero quiero seguir escribiendo, tengo una baso de coca-cola fría en la mano, estoy fumando y me siento inspirado; además tengo que hablar más de un gnomo para que todas estas ideas que pongo en escena tengan sentido en relación con la consigan del trabajo.
Mentira, no fumo.

  Y bueno, es entonces como un gnomo se convierte en un símbolo del tiempo, como un pedazo cerámica simboliza que somos cada vez mejores, que hoy lo podría pintar mejor, como mañana podría escribir mejor, y que las cosas se pueden manchar de pintura.
  Se puede decir que el hecho de que mi vieja me haya comprado ese enano de jardín blanco fue completamente adrede, que lo hizo para darme una enseñanza, que tuvo en cuenta la edad promedio de las personas y la dividió por la mía, para sacar la conclusión de que me falta vivir. De que no tenía ni la cuarta parte de mi vida vivida y que no me daría cuanta de eso hasta que viera el gnomo a los dieciocho. Gracias ma, pero me acabas de crear un problema. Ahora estoy obligado a progresar, a no quedarme quieto, a pintar mejor, a correr más rápido, a estudiar más cosas, a ser mejor persona y ser un buen papá. Un papá que le regale algo a su hijo para que lo vea cuando sea más grande y se dé cuenta de cómo pasan los años.
  
  Lejos de ser una historia melancólica y paradójica, el gnomo sigue igual siempre. Sera que él no crece, no tiene sentimientos, y por eso es feliz, pero tampoco puede ser feliz, porque ese es un estado del alma, y los gnomos no tienen alma. Tampoco puede estar manchado de pintura ,porque los colores son naturales a los objetos, al menos ahora está pintado y antes era todo de color blanco.
  El blanco es la mezcla de todos los colores, o sea que el gnomo ya venía pintado, de un color que los ojos inmaduros de un ser humano no pueden ver.
  Platón pensaba que había una idea perfecta de las cosas, y lo que nosotros veíamos eran las copias de la idea perfecta, como un molde de una tarta: el molde es perfecto, y cada tarta es diferente, pero sobre la  base del mismo molde. Entonces el gnomo es perfecto ante nosotros, pintado del color más puro y de un material que dura para siempre, pero algo que nunca comprenderemos es que había unos cien enanitos en la casa de Todo por dos pesos.

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