En el siglo X un pueblo egipcio vivía pacíficamente protegido por una gran esfinge, que estaba situado en el medio del pueblo. Ella había sido creada por los terratenientes para proteger al pueblo ante casos como, sequías, tormentas de arena y guerras. Pero nunca antes habían tenido un problema mayor, cada momento en que la situación era critica, la esfinge convocaba los poderes de los dioses para cuidar su pueblo, que era comandado por la maldad, la avaricia y la esclavitud por causa del Maldito Anubis, un dios maligno. Él era el único que podía derrotar a la Esfinge, quien atrás ya lo había derrotado a Anubis y su cuerpo había sido enterrado lejos de pueblo bajo custodia por el ejército pueblerino. Sin embargo, Anubis juró volver por su venganza.
Una mañana muy fría, le llegó un comunicado al rey en el que se le comunicaba que el ejército que custodiaba la tumba de Anubis había desaparecido misteriosamente y que, a lo lejos, se percibía una gran tormenta de arena; la gente del pueblo se mantenía tranquila, porque la vieja esfinge los protegía ante la tormenta, pero el sabio viejo de la comunidad percibía una maldad oscura que se acercaba con gran rapidez; el pueblo, al recibir esta noticia, se exaltó y todas las familias se refugiaron en sus hogares. Día a día la tormenta era más fuerte y el pueblo se veía devastado aunque la Esfinge los protegía. El sabio viejo le había dicho al pueblo alguna vez que debería ser fuerte y luchar junto a la Esfinge, porque de lo contrario se devastaría, pero aun así nadie lo tomó en serio. El pueblo se veía destruido, porque la Esfinge luchaba sola.
Una noche oscura y sin estrellas, todo se tornó terrible: Anubis y su ejército asecharon contra el pueblo, todo el mundo corría dentro del pueblo. El ejército de Anubis, malignos monstruos con cuerpo de humano y cabeza de canino con miradas también malignas, destruían todo a su paso: cabañas en llamas, gente desgarrada y muertos a cada paso que daban. Anubis avanzaba lentamente y con una mirada fija hacia la Esfinge. Ella despertó e invocó cada uno de los poderes de los dioses y un gran ejercito que ningún humano hubiera podido imaginar, su poder; aun así la Esfinge estaba debilitada. Ningún humano le daba su apoyo.
Rápidamente la Esfinge y Anubis comenzaron a pelear; sus poderes eran inmensos, cada vez que alguno atacaba, por causa de sus poderes se producían resplandores y la Tierra se desgarraba. Pero aun así la Esfinge, cada vez que era atacada, por Anubis se debilitaba más.En un momento la Esfinge cayó rendida al piso por un golpe y en sus ojos se vio caer una lágrima; en ese momento todo el pueblo se quedó paralizado y la contempló.
Al notar esto, el pueblo tomó conciencia de lo que había dicho el anciano y todos empezaron a defenderse y comenzaron a pelear junto con la Esfinge. Ella, al ver que el pueblo le daba su apoyo y confianza, y al ver también que luchaban junto a él, mostró una fuerza que jamás había demostrado y el ejército de los dioses comenzó a derrotar al ejército de Anubis con la ayuda del pueblo. Cada golpe que recibía Anubis era una fuerza devastadora; por esto se debilitaba más y más hasta que por un golpe de la Esfinge, se rindieron él y su ejército. Así Anubis y su ejército fueron enterrados en su tumba que nunca debió haber sido abierta.
Aun hoy el pueblo vive eternamente, feliz, bajo el cuidado de la Esfinge.
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