martes, 20 de agosto de 2013

Convergencia.

Hoy en día las nuevas tecnologías son herramientas que atraviesan la vida personal, académica y profesional de cada uno de nosotros. Los alumnos incorporan el uso de celulares en clases de inglés, por ejemplo, y se consultan entre sí muchas veces a través de Facebook.
La pregunta que me hago es qué sucede con estos alumnos que dominan excelentemente estas herramientas, pero que aún no saben enviar correctamente un e-mail o no saben redactar un mensaje de correo electrónico.
 Acuerdo totalmente con lo expresado en la siguiente cita:
  "Es necesario fomentar los polialfabetismos para que los alumnos puedan crear sus propios contenidos en todos los medios y lenguajes posibles. El polialfabetismo también debe incluir la capacidad de analizar críticamente las producciones transmedia.” ("Convergencia, medios y educación").

No obstante, es cierto que las nuevas tecnologías en el aula rompen o acortan la brecha generacional entre los nativos digitales y los adultos que nos introducimos al uso de estas herramientas digitales en el contexto del aula. 

domingo, 25 de septiembre de 2011

Una pequeña venganza (Oscar Gallo 4to. El. III)


En los montes escoceses existía una rara población, estos eran los brownies, extrañas criaturas parecidas a duendes, que tenían un pasatiempo muy peculiar: entrar a las casas de las personas por las noches, limpiar y ordenar los hogares. Esto sucedía todas las noches sin que los habitantes se enteraran de su existencia, aunque sí se preguntaban lo que había sucedido.
 Una noche, mientras limpiaban un hogar, uno de los brownies accidentalmente rompió un plato. Esto interrumpió el sueño del hombre, el propietario de la casa, que con precaución salió de su cama para saber qué había pasado. Los brownies, sin mucha demora limpiaron y empezaron a retirarse, pero para ese entonces el hombre ya los había visto. Desconcertado por las criaturas que se encontraban en su casa, el hombre con temor se abalanzó sobre ellos aplastando a una parte del grupo, mientras que los demás lograron escapar.
Doloridos e indignados, ya que ellos sólo hacían cosas buenas que beneficiaban a la gente, los brownies, furiosos, destruyeron e incendiaron la casa del agresor y asesino de sus amigos.
 Desde ese entonces los brownies abandonaron sus hábitos para reemplazarlos por los hurtos y vandalismos hacia la misma gente a la que ellos habían ayudado.

Spartaco, el guerrero (Kevin Mamani, 4to. Et. III)


Cuenta la leyenda de un legendario guerrero llamado Spartaco, que había nacido en Grecia y cuya habilidad era matar personas y criaturas. Durante su niñez había vivido en Esparta, entrenándose para llegar a ser un gran guerrero.
Una noche, mientras estaba durmiendo, llegaron un grupo de personas a su vivienda. De repente, él se despertó tras escuchar los gritos de unas personas. Eran sus padres que estaban siendo torturados sin razón alguna, por ese grupo de personas, el Rey Julio y su ejército. El Rey Julio era quien reinaba en un pueblo bárbaro y Spartaco no podía hacer nada para defenderlos. Una vez que se fueron, él quería venganza.

Poco a poco fueron pasando los años hasta que Spartaco se convirtió en un hombre. Mataba a algunos animales para abastecerse. Además tenía que cuidarse de sí mismo, ya que Esparta éra un lugar peligroso y estaba en guerra con los bárbaros. Él se había registrado en un grupo de guerreros para enfrentar a los bárbaros y en ese momento se encontró con el Rey Julio en el campo de batalla; él no había olvidado que el Rey había matado a sus padres, fue así que comenzó la batalla.

Pasaron unos minutos y ya había cientos de cuerpos tirados en el suelo que posteriormente serían comidos por las arpías....

Y eso fue lo último que él oyó de ella (Juan Martín Romero Sanz, 4to. Et. III)

Todo el revuelo comenzó con un gran suceso que ocurrió en un pequeño y remoto pueblo de La Pampa, un lugar tradicional y bien rural, donde nadie nunca esperaría que algo interesante pudiera pasar.
Todos los días allí eran como cualquier otro, predecibles, sin ningún oscuro recoveco por descubrir o ningún espacio disponible que pudiera dar lugar a sorpresa alguna. Una vida más bien rutinaria, tal vez hasta aburrida.
Con una población que a duras penas llegaba a los cien habitantes, resultaba difícil tener una vida privada. De hecho, todos se conocían, y las noticias viajaban prácticamente antes de que los acontecimientos tuvieran lugar. Sin embargo, por más increíble que parezca, el pueblo tenía sus encantos y por más quejas que los vecinos dejaran en las puertas de sus casas, sabían que no preferirían vivir en otro lugar que no fuera Cayupán. Sólo el hecho de percibir un leve aroma a frutos amargos, les hacía recordar a más de uno que a pesar de todo, estaba en casa.
Como todo pueblo rural, los hombres se dedicaban al campo, a la cosecha y la venta de lo que éste producía. Por otro lado, con la excepción de algunas mujeres que tuvieron la oportunidad de estudiar en su momento y ahora enseñaban en las pocas escuelas que quedaban en pie, la mayoría de ellas destinaba su vida al cuidado de su casa y sus hijos, que aparte de ir al colegio durante el día, en su tiempo libre ayudaban a sus padres en su trabajo y aprendían a realizarlo para llevar a cabo la empresa familiar en un futuro próximo.
Martín, por el contrario, nunca logró tener ni siquiera una pizca de interés en el trabajo de su padre, ni logró comprender el porqué de la presión que éste ponía sobre sus hombros para que aprendiera como todos los demás la labor campestre.
La realidad es que Osvaldo, el padre de Martín, era un neurótico de nacimiento. Siempre fue una persona nerviosa en demasía, insegura de sí misma, preocupada pero ocupada con su hogar y su hijo. Su trabajo le demandaba la inversión de largas horas de su vida, hecho que nunca le impidió cumplir de la mejor manera posible su rol de padre, más aún luego de la muerte de su querida esposa, momento que marcó un antes y un después en la vida familiar. Osvaldo resolvió aferrarse a su hijo, pero eso no le quitaba esa sensación extraña de incomodidad, de incertidumbre acerca del futuro, de la duda acerca de sus capacidades como padre de Martín. Es que todas aquellas inseguridades que desde el primer recuerdo de vida lo habían acosado, se veían un tanto reforzadas como resistentes a toda especie de logro tanto personal como profesional.
Desde la partida de su madre, la casa de familia tenía un tinte lúgubre, oscuro. Ese jardín que alguna vez había estado colmado de flores, sólo estaba poblado por tierra infértil, inútil y por algún que otro insecto que decidía pasar por allí pero no para quedarse.
Sumado a todas las problemáticas que el terreno presentaba, una gran sequía atacaba el pueblo de Cayupán, disminuyendo aún más las posibilidades de que esas tierras resultaran útiles alguna vez, y aumentando los rebosantes nervios de Osvaldo acerca del futuro, que a cada paso le resultaba más incierto.
La verdad es que ese pueblo había dedicado su existencia devotamente a las labores del campo, y si éste no estaba disponible para trabajarlo, no sólo Osvaldo sino todos los hombres del pueblo, quedarían sin trabajo. Lo único que se percibía en el ambiente ya no era ese delicioso aroma a frutos amargos que los hacía sentir en casa, sino un aroma a desasosiego que invadía el aire a cada momento más denso.
Martín, que desde su cama observaba el triste jardín de su casa, se resignaba a caer en ese círculo vicioso que había condicionado el estado de su padre y de su vivienda, y que ahora iba también en busca del pueblo. Extrañamente, él, el niño que por los vaivenes del destino tuvo que ser testigo en más de una ocasión de situaciones en extremo desagradables, y que tanto había sufrido, contrariamente a todos aquellos que lo rodeaban, se sentía más que nunca deseoso de reconvertir su realidad.
Era tanto el deseo de Martín de modificar el estado general de las cosas, que varias de sus noches transcurrieron sin que él diera cuenta de ello. Hambriento y cansado de pensar, decidió salir por la puerta trasera a simplemente observar el jardín y a pensar en su madre, en cuánto la extrañaba y en cuánto habían cambiado las cosas desde su partida. Sollozaba, escondía su cara en sus manos orgullosamente por mera vergüenza a que alguien pudiera verlo llorar, y volvía a mirar por entre sus dedos los restos de ese hermoso lugar.
Escuchó una voz. Martín no se inmutó, ya que suponía que provenía de alguna de las casas linderas, y siguió llorando. Escuchó esa misma voz repetidamente. Cada vez más fuerte e increíblemente cada vez más agradable. Sacó sus manos de su cara, miró a su alrededor pero no encontró nada. Se paró y se decidió a escuchar detenidamente para distinguir de dónde provenía. Era un canto indescriptiblemente hermoso, celestial, armónico.
De alguna manera esa voz le resultaba familiar, estaba seguro que en algún momento, en algún lugar de su corta vida la había escuchado, tal vez por sólo un instante, pero de alguna forma había quedado grabada en su memoria.
Frustrado por no saber el origen, ni poder descubrir a la portadora de esa extraordinaria voz, entró a su casa, pero con un andar y un espectro distinto al que lo caracterizaba; se encontraba ahora esperanzado de haber hallado algo tan único en medio de tanta inquietud. Algo en él había cambiado. Estaba ansioso, expectante por volver a oír esa voz que tanto le resonaba en la cabeza. Trató de repetir ese cantar por sus propios medios. Se encontraba inspirado.

Ya era de día y Martín se encontraba anonadado por los sucesos del día anterior, sin saber que iba a ver algo que lo iba a sorprender aún más. Mientras salía al jardín, quedó mudo. En ese terreno que tan infértil parecía y en medio de tan terrible sequía, había crecido una flor. No podía creer lo que estaba viendo.

Escuchó la voz. Escuchó la voz otra vez. Se dispuso a acompañar ese canto, dándose cuenta de que era la canción de cuna que su madre solía cantarle, y que era esa misma voz la que estaba reproduciendo ese canto. Aunque trataba de convencerse de que era todo un producto de su imaginación, y de que por alguna razón remota la sequía había mermado, por dentro estaba seguro de que todo lo que ocurría era real. Y fue así que todos los días volvía al jardín a cantar junto a esa voz maternal que lo inundaba de paz. Y casualmente, en cada visita, encontraba el jardín cada vez más poblado.

Martín corrió a mostrarle a su padre lo que había pasado. Las noticias corrieron velozmente. Todos los vecinos se acercaron a disfrutar y a tratar de entender qué había pasado en ese jardín, qué era lo que había cambiado. El aire se había modificado otra vez. Cada brisa traía el aroma de los frutos amargos, y la realidad de lo que alguna vez ese pueblo había sido. Osvaldo y Martín simplemente decidieron disfrutar lo que estaba sucediendo, sin preguntarse el por qué, el cómo, el cuándo de los acontecimientos. No tenía sentido desperdiciar el tiempo en obtener respuestas que no iban a mejorar su situación de ninguna manera, sino sólo traer incertidumbre.

La ninfa enmascarada (David Aquino, 4to. Et. III)


En el templo de los dioses, se daba a luz a dos ninfas. Las ninfas eran hermosas doncellas que amaban cantar y bailar y descritas por ser hijas de Zeus. Se caracterizaban por su belleza y por ser convocadas a las reuniones de los dioses en el Olimpo.
Pero en el caso de estas ninfas recién nacidas, ocurrió algo sorprendente. Una de las hijas de la más bella ninfa de todo el reino de los dioses llamada Kathia, era una hermosa doncella como su característica las define, pero la otra hija llamada Lazaira, nació con una belleza inferior al de las demás ninfas del reino de los dioses. Esta belleza inferior se reflejaba ya que las ninfas se caracterizaban por ser bellas, pero esta fue una excepción. Este acontecimiento era algo extraño, ya que la madre de estas hijas, celestial, era la más hermosa de todo el reino de los dioses, con una belleza que sobresalía de todas las demás.
Cuando Zeus fue a reconocer a sus nuevas hijas, se sorprendió al ver a Lazaira, y le pidió una explicación a Celestial, pero ella no le supo contestar. Lazaira estaba en problemas, porque Zeus no quería ninfas sin la suficiente belleza. Por lo tanto Zeus decidió echar a Lazaira y la mandó con las ninfas de la arboleda, donde se encontraban las ninfas más feas.
Las ninfas más lindas se encontraban al lado del palacio de los dioses, estas ninfas eran denominadas las ninfas de las montañas, donde se encontraban Kathia y Celestial. También se encontraban las ninfas de los ríos, las ninfas de los arroyos, las ninfas de las cañadas y las ninfas de las grutas.                                           
 Cuando una ninfa nacía, se las determinaba a que grupo de ninfas les perteneciese, desde las más lindas en mayor número, las ninfas de las montañas, hasta las ninfas de la arboleda, en menor número. Salvo las ninfas de la arboleda, las demás, podían acceder al reino de los dioses, cada una dedicando a una especifica actividad, como bailar o cantar o satisfacer las necesidades de los dioses. Y las ninfas de las montañas eran las únicas que podían acceder al palacio de los dioses, donde eran invitadas a las reuniones que hacían los dioses para establecer las decisiones que tomarían sobre el reino de los mortales.
Cuando Lazaira llegó a las ninfas de la arboleda, las ninfas les preguntaron de donde provenía y quien era su madre. Al escuchar la respuesta, las ninfas marginadas se sorprendieron y se levantó una serie de comentarios entre ellas. Preguntándose, que, como pudo ser, si será verdad. Pero Lazaira herida de dolor por los comentarios, decidió ignorar los comentarios y dirigirse a la copa del árbol más alto.
Mientras tanto, en el palacio de los dioses, Kathia comenzó a preguntarse que será de la vida de su hermana. Entonces decidió ir a buscar una respuesta a su madre, Celestial. La madre le respondió que lo único que sabía era que Zeus la había mandado con las ninfas de la arboleda. Luego, ella, fue a buscar una respuesta con su padre, pero a la vez era imposible hablar con él, ya que no atendía a nadie ni siquiera a sus hijas y esposas, salvo si él lo deseaba. A pesar de que Kathia tenía todo lo que una ninfa de las montañas debía tener, como festines, banquetes, y todo lo que ellas deseaban, es decir tenían los mismos privilegios que los dioses, sentía un vacío en su interior. Entonces decidió ir en busca de su hermana a la tierra de las ninfas de la arboleda. Pero este viaje tenía una serie de obstáculos, ya que durante el trayecto podía haber arpías, y demás seres malignos que podían incluyo terminar con su vida. Por este motivo, le contó su deseo a su esposo, Davinios. Él decide acompañarla en su viaje con sus mejores amigos, que eran guerredios, guerreros del olimpo, defensores del palacio de los dioses. Cuando decidió encaminarse hacia su destino, la madre le preguntó a donde se dirigía, y ella le respondió que iría con Davinios a descansar, pero no sabía si regresaría. Celestial, lo vio como algo normal pero no se detuvo a pensar cuando su hija dijo” no se si regresaré”
Durante el trayecto, tuvo una serie de inconvenientes, como robos que las arpías hurtaban las provisiones de Kathia, Davinios y los guerredios y una varias heridas provocadas por los caminos sinuosos que les tocó.
Cuando se estaban acercando a la arboleda, decidieron acampar cerca de la misma, y esperar a ver si Lazaira se encontraba allí y mantener una conversación  sin que las demás ninfas de la arboleda se dieran cuenta. Pocos más de dos horas acampando, vieron a Lazaira y la llamaron, pero no se hizo escuchar. A la mañana siguiente, como acto del destino, Lazaira decidió escaparse por el lugar donde su hermana estaba acampando. Pero Lazaira se atemorizó al escuchar voces y decidió esconderse detrás de un árbol. Cuando Davinios y sus amigos salieron, ella se asusta, pero detrás de ellos salió su hermana a quien reconoció inmediatamente. Salió de su escondite y le dio un gran abrazo a Kathia.
Decidieron alejarse un poco de las ninfas de la arboleda para hablar con mayor tranquilidad sin que nadie tome noción de lo sucedido. Lazaira sorprendida por el momento que estaba pasando, le preguntó a su hermana que hacia en aquel lugar, y Kathia le respondió que iba a buscarla, pero  Lazaira sabía que era imposible regresar al palacio de los dioses, ya que era fea a comparación de las demás ninfas. El objetivo de este viaje para Kathia era de ver a su hermana y buscar la manera de que ella volviese  al palacio de los dioses con ella, pero no se le ocurría nada. Inmediatamente, Davinios se da cuenta de que Lazaira solo es fea en su rostro, pero tenía un cuerpo idéntico a la de su hermana, es decir un cuerpo fascinante como una de las ninfas más bellas. Entonces se le ocurrió una idea de tapar su rostro, ya que con su hermoso cuerpo debía ser aceptada en el palacio de los dioses. Kathia encantada con la idea comenzó a pensar con que se podía cubrir el rostro de la hermana. Se le ocurrió  una máscara de seda  que no sea transparente, con una abertura a la altura de sus ojos color verde. Esa idea era brillante, ya que en el palacio se permitía andar con velos.
Luego de haber realizado nuevamente la travesía de regreso al palacio de los dioses, arribaron a destino. Kathia le dijo a Lazaira que pase desapercibida y que de igual manera,  siempre iba a estar con ella. Igualmente Lazaira convivía con su hermana y con Davinios. Solo salía de allí cuando había banquetes y festines. Pero poco a poco tomo valor y comenzó a transitar por el palacio con mayor frecuencia. Kathia sabía que su hermana tenía una hermosa voz, entonces le preguntó a Lazaira si no se animaba a cantar frente a los dioses cuando hubiera fiestas o para otros fines. Lazaira lo dudó por un instante, pero finalmente lo aceptó.
Lazaira, siempre cubierta por una mascara de seda, demostró su voz ante los dioses y ellos se quedaron sorprendidos. De inmediato quisieron saber quien era la cantante enmascarada. Zeus se dirigió a ella para preguntarle quien se escondía detrás  de esa mascara, pero inteligentemente Lazaira le respondió que no quería revelar quién era la cantante, para darle más intriga y que en las fiestas todos estén atentos en ella para saber el verdadero rostro. Al dios le sedujo la idea y la aceptó.
Durante años, fue llamada como la ninfa enmascarada, mediante su bella voz y su gran talento. Luego de esto, Lazaira pudo vivir con tranquilidad en el palacio de los dioses sin mostrar su rostro. Sin embargo, ella sentía cierta angustia  por no poderse mostrarse como ella realmente era, pero al menos hacía lo que ella le gustaba, estar con su hermana y cantar.
Kathia hizo algo que ni ella lo podía creer, mantuvo el secreto junto a Davinios y los guerredios. Pudo vivir con la felicidad de saber que tuvo un gran marido y la felicidad de estar con su hermana.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El gigante de bronce y la bestia (Ezequiel Guerrero, 4to. Et. I)


(De aere et bestiae gigas)
Mientras los persas emprendían un viaje hacia las playas griegas con el fin de asesinar a cualquier griego que se les cruzase en el camino, en el mar descansaba una bestia enorme a la cual le llamaban El Kraken.
Los pocos marinos que lograron sobrevivir al ataque de esta bestia lo describían como un tipo de pulpo o calamar gigante, que emergía de las profundidades del mar atacando barcos y devorando marinos. Todas las personas creían que era un simple mito, hasta que se empezaron a encontrar pedazos de barcos y cuerpos de marineros en las playas.
A pesar de todo, los soldados persas cruzaban el mar con innumerables embarcaciones, claro que cientos eran destruidas en el camino. Una vez que se encontraban en playas griegas se topaban con un gigante que  poseía un  invulnerable cuerpo de bronce, su nombre era Talos, era irrigado por una única vena diminuta que lo recorría desde el cuello al tobillo, donde estaba rematada por un clavo que le impedía desangrarse, siendo su único punto débil. 
Los soldados decían que si Talos sorprendía a algún extranjero, se metía en el fuego hasta calentarse al rojo vivo y abrazaba entonces a sus víctimas hasta abrasarlas. Los persas desembarcaban en las playas con la mitad de su ejército, debido a que la otra parte la perdían en el camino. Estos venían a conquistar las tierras griegas pero debían derribar al enorme Talos.
            Para librarse del enorme Talos, los persas decidieron acudir a una poderosa hechicera que creando pócimas enloqueció al gigante, haciéndole creer que era inmortal y convenciéndolo que si le quitaba el clavo que poseía en su tobillo no le pasaría absolutamente nada; para que este lo escuche la poderosa hechicera lo hipnotizaba desde un templo que se encontraba en la ciudad persa. Una vez que lo hipnotizó e hizo que se sacase el clavo, el poderoso y enorme Talos se desangró en las playas de los griegos; sin embargo, era demasiado tarde debido a que los persas habían sido, en gran parte, asesinados en manos de los griegos y por Talos.




Un gnomo y un borracho (Sebastián Trombino, 4to. Et. I)


En un bosque grande, alejado de la ciudad se encontraba el gnomo Carlos, el cual era petiso, narigón y un poco feo; sin embargo, Carlos no era un gnomo como los demás, sino distinto, ya que era un poco vago pero inteligente y también tenía muy buen humor.
   Una noche, cuando toda la familia dormía, Carlos decidió llevarse todo el oro de la familia para poder conocer la ciudad, que siempre había querido conocer. Caminó toda la madrugada, hasta que en la ruta se cruzó inesperadamente con Juan, quien estaba ebrio. Él, un poco sorprendido por ver a un gnomo en medio de la ruta, le preguntó cómo se llamaba, a lo cual el gnomo le contestó y le preguntó si lo podía llevar a la ciudad. Juan accedió amablemente.
   En la tarde, cuando se despertó Juan, vio al gnomo y se asustó. Él le dijo-¿Quién sos? ¿De dónde saliste? ¿Cómo llegaste a mi casa?. Y el gnomo le contestó: -Soy Carlos, nos conocimos en la ruta cuando te pedí si me podías llevar a la ciudad y vos aceptaste-. Juan, sorprendido, no podía creer que había un gnomo en su casa, pensaba que todo era un sueño.   Luego de una larga charla, Juan decidió que se podía quedar en su casa, pero solo por una semana y también le prometió que lo iba a llevar a conocer la ciudad.
   A la noche siguiente Juan decidió llevar a Carlos a un bar; le dio ropa nueva para que no reconocieran su identidad: esa noche tocaba una banda de rock. Juan le pidió al mozo dos whiskies y una botella de vino. Carlos, sorprendido al ver todo lo que  había pedido, dijo:-¿por qué pediste una botella de vino?- Ante lo que Juan respondió: -Es para ahogar las penas-.
Carlos se tomó su whisky y su empezó a nublarse, pero se quedó escuchando atentamente a la hermosa cantante. Juan, ya un poco ebrio, se  acercó hasta la cantante y la invitó a tomar un trago, a lo que la cantante accedió, luego de aceptar el trago.
Juan se quedó hablando con la cantante intentando seducirla y luego de un rato, decidió presentarle a Carlos; en ese momento notó que el gnomo ya no estaba. Al no verlo,comenzó a buscarlo: primero, en el baño, pero no estaba. Empezó a preguntarle a la gente si habían visto a una persona de estatura pequeña, a lo que respondían que no; excepto por una mujer que le dijo que lo había visto del bar
Juan le agradeció y se fue a tratar de encontrarlo.Ya en la calle, empezó a preguntarle a la gente si habían visto a un hombre pequeño; la gente le respondía que no y hasta algunos lo esquivaban. Ya desesperado, recordó que en una charla Carlos le había confesado que quería conocer el casino, por lo que Juan se dirigió directamente hacia allí; y ahí lo encontró, rodeado de chicas lindas y de gente, apostando el oro de su familia en la ruleta. Se acercó y le preguntó qué estaba haciendo allí:
 – Estoy apostando, ¿o no ves?- respondió Carlos, riéndose. –Ya llevo ganado mucho dinero, creo que estoy de racha- continuó. Carlos. Juan le dijo: -Ya basta, dejá de apostar, porque te vas a ir sin nada-
 -Espera en un rato y dejo de apostar – respondió. Carlos. En veinte minutos, ya había conseguido el doble de lo que había llevado.
 – ¡Vámonos ahora! , antes de que nos vengan a sacar-dijo Juan. Carlos vio de lejos que se acercaban los oficiales de seguridad. Agarró la plata y empezaron a caminar rápidamente hasta la salida.Una vez afuera, Juan le preguntó cuánta plata había ganado: Carlos le dijo:
 – Aproximadamente,  un millón de dólares-. Le dijo también que ya extrañaba su hogar y que quería volver. Juan, sorprendido por la plata que había ganado, le dijo que al día siguiente lo llevaría hacia el bosque.
   A la mañana siguiente Carlos, con un poco de dolor de cabeza, le pidió a Juan si lo podía llevar a dar una última vuelta a la ciudad y después, al bosque.
   Una vez en el bosque  Carlos se despidió de Juan y le dio una parte de lo que había ganado:
-Tomá, esto es para vos. Gracias por mostrarme la ciudad-.dijo Carlos
 -De nada, fue muy divertida la noche de ayer-respondió Juan.
–Hasta pronto- le dijo Carlos y Juan respondió:
 –Hasta luego.
 Juan se subió al auto y se marchó mirando cómo Carlos empezaba a caminar hacia su hogar.